Hay escritores que se adelantan a su tiempo.
Escritores fieles a un estilo propio, que se enfrentan a un mundo que no les
comprende y pagan su atrevimiento con el anonimato. Artífice de un nuevo estilo
literario, absolutamente innovador por su sencillez y realismo, el nombre de
John Fante se habría perdido en la vorágine del siglo XX de no ser por el
reconocimiento de Bukowski hacia su obra a finales de los años 70. Su
literatura, fuertemente arraigada en las emociones, describe con delicadeza y
sencillez la vida de un superviviente. Un superviviente del fracaso, del no,
enamorado del oficio de escritor hasta las últimas consecuencias. Un
superviviente que no dudó en desnudar su alma para mostrarle al mundo que la vocación
no está en venta. Esta es su historia. Una historia de supervivencia.
1. DE
COLORADO A LOS ÁNGELES: INFANCIA Y JUVENTUD
John Fante nace en 1909, en Boulder, Colorado
(Estados Unidos) en el seno de una familia pobre de emigrantes italianos. Su
padre Niccola Fante, alcohólico y juerguista empedernido, oriundo de la región
de los Abruzzos italianos, llega a Estados Unidos a comienzos del siglo XX,
repitiendo el camino que su padre, Giovanni, abuelo de John Fante, hizo unos
años antes.
El primero de cuatro hermanos, John Fante
tuvo una infancia muy inestable debido a los excesos alcohólicos de su padre,
Nick, que despreciará las inclinaciones literarias del joven Fante: “Cuando
estaba sentado leyendo, mi padre me miraba como si fuera un perro que está
tirando pelo sobre el sofá. Nunca obtuve una palabra de aliento por su parte”.
Más atraído por las juergas con sus amigos y las noches etílicas, John le
describirá como “un tipo agresivo, un padre espantoso y una nulidad como
marido”. La influencia de su padre será determinante en la formación de su
personalidad. Precoz e inteligente, su infancia estará marcada por la educación
católica que recibirá por parte de unas monjas, en pago por las obras de
albañilería realizadas por su padre. John Fante se rebela desde muy pronto
contra el autoritarismo del padre. Llega incluso a amenazarle con un bate de
béisbol, tras abandonar éste a su
familia y fugarse con otra mujer. Estos primeros años de adolescencia y juventud
los reflejará en su novela Espera a la primavera,
Bandini, publicada en 1938.
A los dieciocho años y empujado por sus
ambiciones literarias, decide mudarse con su tío abuelo Paul a San Pedro, en
California. Allí descubrirá la literatura de la mano de su profesora de
secundaria. Devora una tras otra las
obras de Sherwood Anderson, Knut Hamsun o Nietzsche. Despierta entonces la
vocación. La lectura trastocará el universo particular de John Fante,
abriéndole las puertas de un mundo nuevo que le atraerá de inmediato. Un
año después, con diecinueve años, comienza a escribir a mano largos relatos y
cartas a diferentes revistas de literatura americanas. Durante las décadas de
1920 y 1930, la literatura ocupaba un lugar en la escala social equivalente al
que hoy posee la música rock. En
aquellos años, los escritores eran considerados como estrellas, y un atrevido y
ambicioso John Fante decidió que su destino era crearse una voz propia y
convertirse en escritor profesional.
2. PRIMERAS
PUBLICACIONES
La revista más importante de aquellos años
era “The American Mercury”, dirigida por el gurú de la literatura contemporánea
H. L. Mencken, al que iban dirigidas la mayor parte de las cartas que John
Fante escribirá durante esta época. Tras años enviándole relatos y cartas (hasta
tres por semana), Mencken contesta a una de las cartas de Fante: “Estimado
señor Fante: ¿Qué tiene usted en contra de las máquinas de escribir? Si
transcribe usted a máquina este relato, tendré mucho gusto en adquirirlo”. John tenía veintitrés años en ese
momento. Su trabajo comenzaba a dar sus primeros frutos.
Publicará algunos relatos más en los meses
siguientes, con los que obtiene una modesta cantidad de dinero. Decide mudarse
al centro de Los Ángeles, al barrio, ya desaparecido, conocido como Bunker
Hill. Viviendo al límite de la precariedad, en estos años se forjará su
auténtica vocación. De pensión en pensión, de empleo en empleo, ve como todos sus intentos de
publicar fracasan. La soledad que
experimenta durante estos años y la perspectiva continua del fracaso ayudarán
al joven Fante a conectar con su yo más íntimo. La sencillez de sus líneas se
entrelaza con la profundidad de las vivencias y emociones que experimenta en su
lucha por la supervivencia en la gran ciudad.
Entre 1932 y 1937 conocerá el lado más
salvaje e inhóspito de Los Ángeles. Obsesionado con obtener reconocimiento como
escritor, vagará sin rumbo por las calles de la ciudad. Estos años constituyen su prueba de fuego como escritor: arruinado
hasta el extremo, sólo su ego y su ambición sin límite le mantuvieron a flote.
Tras transitar por diferentes empleos de bajísima cualificación y ver como son
rechazados, uno tras otro, todos sus relatos, Fante está a punto de tirar la
toalla. En 1936 termina el manuscrito de su primera novela Camino a Los Ángeles, una suerte de precoz y airado El guardián entre el centeno, que narra el
ansia y la necesidad de convertirse en escritor de su álter ego literario,
Arturo Bandini. Decepcionado con el estilo tosco de esta primera novela,
desiste de su intento de publicarla, guardándola en un cajón. Sin embargo, en esta obra, la primera de la
saga protagonizada por Bandini y publicada póstumamente en 1985, ya pueden
apreciarse los rasgos de un estilo innovador y directo, radicalmente alejado de
las principales corrientes literarias norteamericanas: una prosa incisiva,
ágil, directa y apasionada, que sumerge el lector en el turbulento mundo
interior y los sueños de Bandini, trasunto del propio Fante.
1938 es el año de su primera novela
publicada, Espera a la primavera, Bandini,
en la que aborda los primeros años de su vida a través también de su álter ego,
Arturo Bandini, que se convertirá en personaje habitual en sus novelas. El
libro fue aceptado por la crítica, pero apenas tuvo éxito comercial. Un año
después ve la luz Pregúntale al polvo,
quizás su mejor obra. Protagonizada al igual que las dos anteriores por
Bandini, el estilo de Fante adquiere la consistencia que le caracterizará en
sus siguientes novelas. El uso de un
humor tragicómico y el ambiente de farsa, casi grotesco, que rodea a la
narración, potencian la evocación de Los Ángeles, una ciudad salvaje y rigurosa
que, sin embargo, aún deja un espacio para el amor y la esperanza.
Concebida por Fante como su primer éxito comercial, apenas tendrá resonancia en
el mundo literario debido a un problema de la editorial Stackpole Sons. Ese mismo año, la editorial había publicado
Mein Kampf sin el permiso de su
autor, Adolf Hitler. El dinero que tendría que haber servido para publicitar la
novela de Fante fue empleado en hacer frente a una larga demanda interpuesta
por Hitler. De esta manera, Pregúntale
al polvo apenas vendió tres mil ejemplares, quedando así relegada al
olvido. En 1940 publicará Dago Red,
una compilación de cuentos que no tuvo apenas eco en el mundo editorial. John Fante, abatido y desesperanzado,
abandona temporalmente la literatura, refugiándose en el juego y en el alcohol
mientras crece su resentimiento hacia un mercado editorial que le rechaza.
3. EL
DÓLAR RÁPIDO: HOLLYWOOD
Un acontecimiento inesperado cambiará
completamente su vida. En 1937, su amigo Joel Sayre avisa a Fante de que hay un
puesto de guionista disponible en unos estudios cinematográficos de Hollywood.
Éste, arruinado y desesperado, decide probar suerte. Acude a la entrevista con una serie de mentiras ensayadas sobre su
supuesta experiencia en la escritura de guiones. La suerte y su elocuencia
obran el milagro: John Fante obtiene un contrato de prueba de un mes. Este
hecho supondrá un punto de inflexión importantísimo no sólo en la vida de
Fante, sino también en su obra. Hollywood
era durante aquellos años la gallina de los huevos de oro para multitud de
escritores y dramaturgos, que acudían desde todas partes de Estados Unidos
atraídos por las abultadísimas nóminas que pagaba la industria del cine. Para
un Fante deseoso de ganar dinero, era una ocasión que no podía rechazar. Después algunos titubeos iniciales, y animado por Mencken, su mentor literario, decide
aceptar el empleo. Tras escribir algunos buenos guiones, su nombre
comienza a cotizar con mayor fuerza. A
pesar de ser consciente de estar vendiendo su talento a la industria del cine,
su malestar como escritor pesaba menos que su miedo a no llegar a nada, a
convertirse en un shitkicker (literalmente,
un pateamierdas, en referencia a las personas que desempeñan trabajos de baja
cualificación). Para un hijo de emigrantes italianos, criado en la pobreza,
un contrato como guionista en Hollywood era algo más que un sueño. El lujo y la
buena vida que se abren entonces para John Fante no lograrán acabar con la
sensación de haberse vendido. Por esta razón, la relación que mantendrá con
Hollywood durante más de cuarenta años oscilará entre la necesidad y el hastío.
En 1937 conoce a la que se convertirá en su
mujer unos años más tarde, Joyce, una joven poetisa que colaboraba en la
revista “The American Mercury”. Su matrimonio con Joyce inclinará
definitivamente la balanza a favor de su trabajo como guionista. En Hollywood conocerá a las grandes figuras
de la literatura norteamericana del momento: William Saroyan, William Faulkner
o Scott Fitzgerald. Éstos, atraídos al igual que Fante por los altos
salarios, también se convertirán en lo que Fante denominaba “mercenarios de la
pluma”. Scott Fitzgerald llegó a decir en una ocasión que “he ganado más dinero
escribiendo guiones en Hollywood en un año que lo que me han hecho ganar todas
mis novelas de éxito juntas”.
El ambiente nepotista de Hollywood de los
años cuarenta llevará a Fante a alejarse de los círculos hollywoodienses. Esta
actitud, que revela su carácter de “outsider”, le mantendrá apartado de los
estudios de cine. No obstante, la caza de brujas del macartismo le beneficiará,
ayudándole a conseguir jugosos contratos. Llegará a vender guiones por cincuenta
mil dólares, el equivalente actual a medio millón. Su tren de vida se dispara.
Comienza a comprar coches caros, a frecuentar campos de golf y a despilfarrar
ingentes cantidades de dinero en juegos de azar y alcohol. La pérdida de
algunos de sus mejores amigos por la caza de brujas y la conciencia de estar
vendiendo su talento por lo que él llamaba “el dólar rápido”, le sumerge en una
espiral de autodestrucción de la que sólo el nacimiento de su segundo hijo
conseguirá salvarle. La dedicatoria de
su última publicación, Dago Red,
muestra el profundo desprecio hacia sí mismo que experimenta en esta época:
“Para Esther: de esa puta de Hollywood, ese asqueroso artista vendido, ese
sublime pervertido literario, ese letrista frustrado, ese asqueroso montador de
escenas, ese lamecoños de la Paramount al que le pagan por el vómito perfumado
susurrado por Dorothy Lamour. Te lo dedico con la esperanza de que algún día
cercano pueda escribir alguna dedicatoria menos amarga en la guarda de algún
libro realmente estupendo”.
A pesar de participar en algunas grandes
producciones de la época, como Walk on
the wild side, película protagonizada por Jane Fonda, su resentimiento
hacia Hollywood y, por extensión, hacia sí mismo, no disminuye. El dinero ganado sólo constituye una tregua
para su alma atormentada de artista. El “dólar rápido” consume su autoestima
mientras se siente atrapado entre dos tierras: el miedo a la precariedad y la
necesidad de escribir “literatura real”.
4. LA
FAMILIA FANTE
En 1937, tras una primera incursión exitosa
en Hollywood, conoce a Joyce Smart, hija de una familia adinerada de
California. Escritora y poseedora de una extensa cultura literaria, queda
deslumbrada por la labia y la vitalidad de Fante. Pese a la oposición de su
familia, inician una relación que acabará en boda unos pocos meses más tarde.
Del matrimonio nacerán cuatro hijos en la década de 1940: Nick, Dan, Vickie y
Jim. Durante los primeros años, Joyce
tuvo que hacer frente al carácter colérico y explosivo de John. Fante,
frustrado profesionalmente, convierte su vida en una espiral de alcohol,
juergas e infidelidades. Un Fante en plena huida hacia delante comienza a
mostrar claras semejanzas con el comportamiento de su padre. Entre encargo y
encargo de guiones, escribe compulsivamente,
aunque todos los proyectos que empieza acabarán en un cajón o en la
papelera.
El nacimiento de Dan, en 1944, mitigará sus
tendencias autodestructivas. Disminuye las salidas con sus amigos guionistas y
su consumo de alcohol. La familia Fante se muda a una casa de las afueras de
Los Ángeles y, a principios de 1950, vuelve a escribir. En 1952 ve la luz Llenos de vida,
primer (y casi último) éxito literario y comercial que John Fante tendrá en
vida. Esta novela, de apenas doscientas páginas, narra en clave cómica la
integración y el conformismo de la clase media americana, constructora del american way of life. El
sentimentalismo y la ternura ahondan en la sátira de los mitos americanos de la
época, que Fante desnuda a la perfección gracias a su prosa contundente y
corrosiva. Vende los derechos de la novela a un estudio de cine, por lo que se
embolsa el equivalente actual a un millón de dólares.
La vida de Fante se estabiliza. El nacimiento
de su último hijo, Jim, le hace sentar la cabeza casi por completo. Tras una
década de turbulencias matrimoniales, John y Joyce Fante se conceden una
tregua. Sin embargo, la vida tenía otros problemas reservados para ellos. La
juventud de sus dos hijos mayores no estará exenta de problemas con la ley,
fugas del hogar y desencuentros con sus padres. John tendrá que bregar con dos
jóvenes conflictivos que parecen haber heredado su carácter iracundo y
cambiante. Los conflictos de estos años se verán reflejados a la perfección en
su libro Al oeste de Roma. Todas sus novelas tendrán un denominador
común: en sus libros, el escritor desaparece para dar paso a la persona. La
vida de John Fante es lo escrito. Sus problemas, sus emociones y sus recuerdos
imprimen una vivacidad a sus líneas al alcance de pocos.
A mediados de los años 60 se le diagnostica
diabetes. Consciente de la fragilidad de su salud, deja el alcohol casi por
completo. Su calidad de vida mejora, además de su humor, lo que hace más
tolerable la convivencia. En lo profesional, está década estará plagada de
altibajos en su relación con Hollywood. La industria del cine había cambiado, y
tipos como John Fante encajaban a duras penas en el nuevo Hollywood. Los
tiempos de Faulkner, Saroyan y Fitzgerald tocaban a su fin. En palabras de Fante “La sensibilidad
literaria está pasada de moda. Soy un dinosaurio prescindible, una antigualla”.
Esto tendrá un efecto positivo para él. Casi por obligación, abandona los
guiones y se dedica a su auténtica pasión: escribir libros. No obstante,
impelido por la necesidad de llevar dinero a casa, llamará a la puerta de
Hollywood de cuando en cuando.
5. ESTILO
La
literatura de Fante está viva. Precursor del “realismo sucio”, sus novelas
anticipan el viraje que la literatura experimentará hacia lo cotidiano de la
mano de Bukowski, Raymond Carver y Richard Ford, entre otros, a mediados de los
años 70. Esta concepción pionera de la literatura se
ve reflejada en su máxima: “La
literatura sólo requiere de un escritor y un lector. En una novela,
debes olvidar que lees a un autor para entrar en contacto con la persona”. El
tono íntimo y personal de su prosa establece una cercanía total con el lector. Su honestidad, la pasión que imprime a cada
una de sus líneas y la aparente sencillez de su estilo convierten sus novelas
en una disección precisa de la sociedad en la que está inmerso.
Fante siempre utilizó sus emociones y
vivencias como guía para adentrarse en la complejidad del mundo. En sus
comienzos como escritor, algunos editores aconsejarán a Fante que deje de
escribir sobre su familia y su vida, debido al escaso interés que esto suscita
entre el público. Sin embargo, Fante, fiel a sí mismo, desoye estos consejos y
continúa basando sus relatos y novelas en hechos reales de su propia
experiencia. La viveza en la descripción
de paisajes y de la pobreza vivida por Fante durante su infancia, anticipa el
neorrealismo de los italianos, corriente cinematográfica que se centra en los
desharrapados y en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. En sus
novelas, junto a la desesperación de una existencia vivida al límite de lo
marginal, late también la esperanza de un futuro menos sombrío. Los conflictos
humanos presentes en la obra de Fante pertenecen al dominio de lo cotidiano: la
mala relación entre un hijo y su padre alcohólico y mujeriego, el miedo al
fracaso, el abismo generacional entre él y sus hijos, la amargura de una
vocación frustrada… Todo ello transmitido con ternura, pasión y un humor
corrosivo que añade verosimilitud al relato.
Su
credo literario explica en gran parte su tardío reconocimiento: “Me importa un
bledo que mi obra sea comercial o no. Si lo que escribo es bueno, la gente lo
leerá. Por eso existe algo llamado literatura. Un autor pone las entrañas y el
corazón en cada página, y con eso basta”. Serán su
desgarro narrativo y su honestidad lo que llevarán a un joven Bukowski a
quedarse prendado de Pregúntale al polvo
la primera vez que leyó la novela a mediados de la década de los 50. “Un día cogí un libro, lo abrí… Cada
renglón poseía vida propia. El humor y el dolor se entremezclaban con soberbia
sencillez. Se llamaba Pregúntale al polvo.
Tendría una influencia decisiva en mis propios libros durante toda mi vida”,
escribirá en un bello prólogo de la novela más conocida de Fante en su
reedición de 1979.
Su álter ego, Arturo Bandini, reflejará el
carácter apasionado del propio John Fante. Bandini, “salvador literario de la
Humanidad”, narra en primera persona las vicisitudes de una vida enfocada a la
realización del sueño de llegar a ser escritor. Lo innovador del estilo desarrollado por Fante en las cuatro novelas
protagonizadas por Bandini (Camino de los
Ángeles, Espera a la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo y Sueños de Bunker Hill), radica en su
carácter conversacional, agudamente reflexivo y no exento de humor. El
reconocimiento de su capacidad para combinar comedia y drama supondrá la
reedición de todas sus obras a comienzos de los 80.
Influenciado por escritores como Hemingway,
Fitzgerald, Knut Hamsun o Sherwood Anderson, apostará por una escritura escueta
y ágil, de frases breves y escasa adjetivación. A su vez, Fante ejercerá una
influencia decisiva sobre Bukowski, que le reconocerá como su “primer maestro
de literatura”. Aunque Bukowski llevará
el realismo sucio a su máxima expresión, no dudará en reconocer la figura de
Fante como precursor del estilo que cultivará a lo largo de su obra. Otros
autores, como Carver o Richard Ford, también reconocerán estar en deuda con
Fante.
“Una buena novela puede cambiar el mundo.
Recuerda eso cuando te sientes delante de la máquina de escribir”, le dirá a su
hijo Dan cuando éste le anuncia su intención de convertirse en escritor. Esta afirmación encierra el alma de un
escritor que, pese al fracaso, permaneció fiel al sueño de la literatura:
transmitir vida a través del lenguaje.
6. ÚLTIMOS
AÑOS: ÉXITO Y ENFERMEDAD
A comienzos de los años 70, el trabajo como
guionista en Hollywood escasea para John Fante. La depresión le empuja a beber
de nuevo, pese al deterioro que le ocasiona una diabetes agravada por sus malos
hábitos. Recupera entonces la máquina de escribir y crea dos de sus mejores
obras: Al oeste de Roma y La hermandad de la uva. En la primera,
compuesta por la novela corta Mi perro
Idiota y el relato La orgía,
Fante narra la búsqueda de sentido vital de un guionista maduro, un hombre
atribulado que lucha por mantenerse a flote mientras los hijos se marchan del
hogar paterno. Novela brillante, en ella la perspicacia y la sencillez que
caracterizan a Fante llegan a su cénit. La
hermandad de la uva narra la difícil relación entre un joven escritor y su
padre, un albañil alcohólico y mujeriego, mientras construyen un secadero de
pieles de ciervo en un pueblo a dos mil metros de altura. Los conflictos entre ambos personajes recrean la difícil relación que
Fante tuvo con su progenitor durante toda su vida. La ternura se entremezcla
con el rencor y la incomprensión mutua entre padre e hijo, dotando a la novela
de vida propia.
En 1975 la diabetes se manifiesta con más
fuerza. Fante es ingresado en diversos hospitales, mientras su nombre comienza
a sonar con fuerza en los círculos literarios angelinos. Su obra, que permanecerá durante la mayor parte de su vida en un
discreto segundo plano, vuelve a la primera línea de la literatura de la mano
de Charles Bukowski. Éste, al ser preguntado por sus influencias a la hora
de escribir, no duda en señalar a John Fante como el escritor que más influyó
en su obra. John Martin, dueño de la editorial que publicaba a Bukowski, Black
Sparrow, se sorprende. Creyendo que el nombre de Fante es producto de un
delirio alcohólico de Bukowski, le pregunta por la identidad de este escritor.
Bukowski le saca de su error: “Es un escritor real y creo que aún vive en Los
Ángeles. Hizo algún dinero escribiendo guiones para Hollywood”. Martin busca
los libros de Fante, la mayoría descatalogados, y encuentra Pregúntale al polvo. Queda deslumbrado y decide reeditar la novela en 1979. La
admiración y el apoyo mostrados por Bukowski ayudan a que las ventas del libro
sean buenas. En este momento, John Fante se encuentra muy enfermo. Apenas puede
disfrutar de su incipiente éxito. La diabetes le había provocado la amputación
de las dos piernas y un brazo. En 1980, le deja ciego. El escritor que años atrás había sido de una brillantez deslumbrante
lucha por seguir vivo. El mundo comienza a pagar su deuda con Fante, considerado
ya como un genio literario perdido, pero es demasiado tarde.
Pese a su ceguera, aún tendrá tiempo de
dictarle a su mujer Joyce una última novela, Sueños de Bunker Hill, cuarta y última de las aventuras de Arturo
Bandini. Debilitado por la enfermedad, la vida le concede dos años de tregua para
ver como, por fin, su nombre es reconocido por crítica y público en Estados
Unidos y en Europa. Tras varios años de agonía, John Fante muere
en un hospital de Los Ángeles debido a un fallo multiorgánico. Corría el año
1983. Como ocurre demasiado a menudo con los grandes escritores, el mito
comienza a brillar justo después de su muerte.
Es habitual atribuir el reconocimiento
póstumo de John Fante a su descubrimiento por Bukowski. Pese a que sin la
admiración que Bukowski profesaba a Fante este no hubiera obtenido el éxito y
el prestigio del que goza en la actualidad, también es cierto que el mundo
tenía una deuda con Fante que Bukowski se limitó a tratar de saldar. Su obra, tristemente desconocida en España,
apuesta por el individuo frente a la masa, por los pequeños detalles que
conforman cada historia, a través de una voz clara y honesta que nos habla
desde los márgenes de sus páginas.
La
vida le golpeó duro, pero la historia ha hecho justicia con Fante, un escritor
inmortal, auténtico y enamorado de la vocación hasta el final de sus días. Un
artista total, que trató de describir el vuelo de ese pájaro que recorre el
mundo y al que llamamos vida.
JAVIER
NIX CALDERÓN
4 comentarios:
guau
Gracias por este artículo, Javier. Acabo de descubrir a John Fante y ya estoy poseído por él.
JOHN FANTE ES EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS
Javier acabo de terminar de leer "pregúntale al polvo", y quería seguir indagando acerca de este autor desconocido para mi hasta la fecha. Si este artículo es tuyo, tengo que decir que me ha sorprendido gratamente, sobre todo la parte del estilo y la del dolar rápido. Escribes bien, ideas claras y sin muchos enredos. Tremendo resumen sobre la trayectoria de este gran e inefable autor. Leed a Fante, porque como diría Bukowski "cada reglón (escrito por Fante) poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He ahí por fin el hombre que no se asustaba de los sentimientos."
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