jueves, 6 de septiembre de 2012

DIAGNÓSTICO DE UN INDIVIDUO



MEDICINA GENERAL

Varón de mediana edad, mediana estatura, setenta kilos de peso, cabello castaño, ojos marrones y complexión media. En apariencia sano. Presenta dolor en el tórax y opresión en la garganta. Descartada angina de pecho o infarto, se le realizan pruebas de esfuerzo, con resultados medios. Se le pregunta al paciente por su estilo de vida, y lo define como “normal”. No presenta ansiedad. Se aprecia hundimiento en la zona del párpado, rigidez en las extremidades superiores y opacidad en el iris. Detectada elastosis dérmica,  provocada por un alto consumo de nicotina. En una primera prueba pulmonar, su capacidad vital da un resultado bajo. No presenta alergias ni adicciones severas, salvo un consumo semanal de alcohol que el paciente cifra en “dos botellas de licor” y un tabaquismo moderado-grave. Remito a Psiquiatría para descartar posibles patologías mentales. Diagnóstico temporal: abulia vital y hastío sistémico.


PSIQUIATRÍA

Varón de 36 años, de nombre X, natural de X, acude a consulta enviado por su médico de cabecera. Durante la entrevista de una hora de duración se somete al paciente a un test de personalidad en el que puntúa en pensamiento obsesivo y distimia. En la charla con él, se le pregunta por su situación laboral, que califica de “postrada”. Desvía la mirada constantemente y parece nervioso. Al ser preguntado por sus aficiones, refiere que se reducen a “caminar por las noches, ver series en la televisión y practicar sexo cuando tengo ocasión”. No es aficionado a la música, ni a la lectura. No practica ningún deporte. No le gusta viajar. Al ser preguntado por el último libro que leyó y la música que escucha, señala que “fue en el instituto, y obligado. No me gusta leer. No me gusta pensar. Escucho la música que ponen en la radio. No es que me guste, pero me distrae y con eso tengo suficiente”. En cuanto a los síntomas corporales, apunta que se manifiestan con más fuerza al amanecer y al atardecer. Al ser preguntado por si piensa en la muerte refiere que “encuentro las mismas razones para morir que para vivir: ninguna”. Su vida sentimental es “casi nula”. Tuvo dos relaciones fallidas en el pasado, y ha renegado de las mujeres. Su rutina consiste en “levantarme por las mañanas, ir a trabajar e intentar que se note lo menos posible que estoy allí. Al salir voy caminando hasta casa. Subo, me preparo la cena, veo la televisión y me acuesto”. Mantiene escasas relaciones sociales. Al ser preguntado por sus perspectivas de futuro señala que “no me planteo la vida más allá de mañana. Tampoco me planteo acabar con todo, desaparecer y empezar en otro sitio. Este mundo es un lugar infecto, pero es el que me ha tocado habitar. No soy quién para contradecir al cosmos”. Señala que la única razón por la que ha acudido a la consulta de psiquiatría es “conseguir algo que me calme el dolor en el pecho y me desatasque la garganta. El médico de cabecera me envió aquí. No es que me duela mucho, pero es incómodo despertar y notar que te falta el aire. No creo en los médicos. Sólo quiero algún fármaco y seguir con mi vida como hasta ahora.” En cuanto a sus ilusiones y proyectos, explica que “los olvidé hace mucho tiempo. No sirven para nada. Sólo provocan frustración. Siempre he creído que es más feliz el que no espera nada”. Al acabar la entrevista, su mirada continúa siendo esquiva y el nerviosismo se ha trasladado también a sus manos, que frota constantemente. Finalizo la entrevista, realizando el siguiente diagnóstico y tratamiento y citándole de nuevo en dos semanas.


DIAGNÓSTICO

Escasez de horizontes vitales debido a un abandono prematuro de los sueños. Depresión leve provocada por un alejamiento excesivo de la luz de la infancia. Aquejado por el mal del siglo de las máquinas. Obsolescencia de la imaginación y apagamiento súbito de ilusiones y aspiraciones. Deshumanización laboral y aislamiento social.

TRATAMIENTO

Observar el atardecer cinco veces a la semana. Celebrar al menos tres noches en semana que se está vivo. Sonreírle al sol por la mañana y a la luna por la noche. Acudir regularmente a un columpio y propulsarse en él. Abrazar a un árbol y darle las gracias. Lectura y música en dosis diarias de no menos de dos horas. Admirar la belleza en los museos y en las calles. Huir de la gran ciudad una vez al mes. Soñar despierto. Abrazar a otras personas tres veces por semana. Abandonar el tabaco y el alcohol y acoger la brisa. Saltar sobre un charco en los días de lluvia. Dar amor. Sentir amor. Recobrar la humanidad arrebatada por el sistema.


Consulta de Psiquiatría,

Doctor X, a día X de X de 2012.

JAVIER NIX CALDERÓN

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