jueves, 1 de noviembre de 2012

JOHN FANTE: LA FAMA PUEDE ESPERAR



Hay escritores que se adelantan a su tiempo. Escritores fieles a un estilo propio, que se enfrentan a un mundo que no les comprende y pagan su atrevimiento con el anonimato. Artífice de un nuevo estilo literario, absolutamente innovador por su sencillez y realismo, el nombre de John Fante se habría perdido en la vorágine del siglo XX de no ser por el reconocimiento de Bukowski hacia su obra a finales de los años 70. Su literatura, fuertemente arraigada en las emociones, describe con delicadeza y sencillez la vida de un superviviente. Un superviviente del fracaso, del no, enamorado del oficio de escritor hasta las últimas consecuencias. Un superviviente que no dudó en desnudar su alma para mostrarle al mundo que la vocación no está en venta. Esta es su historia. Una historia de supervivencia.

1. DE COLORADO A LOS ÁNGELES: INFANCIA Y JUVENTUD

John Fante nace en 1909, en Boulder, Colorado (Estados Unidos) en el seno de una familia pobre de emigrantes italianos. Su padre Niccola Fante, alcohólico y juerguista empedernido, oriundo de la región de los Abruzzos italianos, llega a Estados Unidos a comienzos del siglo XX, repitiendo el camino que su padre, Giovanni, abuelo de John Fante, hizo unos años antes.

El primero de cuatro hermanos, John Fante tuvo una infancia muy inestable debido a los excesos alcohólicos de su padre, Nick, que despreciará las inclinaciones literarias del joven Fante: “Cuando estaba sentado leyendo, mi padre me miraba como si fuera un perro que está tirando pelo sobre el sofá. Nunca obtuve una palabra de aliento por su parte”. Más atraído por las juergas con sus amigos y las noches etílicas, John le describirá como “un tipo agresivo, un padre espantoso y una nulidad como marido”. La influencia de su padre será determinante en la formación de su personalidad. Precoz e inteligente, su infancia estará marcada por la educación católica que recibirá por parte de unas monjas, en pago por las obras de albañilería realizadas por su padre. John Fante se rebela desde muy pronto contra el autoritarismo del padre. Llega incluso a amenazarle con un bate de béisbol, tras abandonar  éste a su familia y fugarse con otra mujer. Estos primeros años de adolescencia y juventud los reflejará en su novela Espera a la primavera, Bandini, publicada en 1938.

A los dieciocho años y empujado por sus ambiciones literarias, decide mudarse con su tío abuelo Paul a San Pedro, en California. Allí descubrirá la literatura de la mano de su profesora de secundaria. Devora una tras otra las obras de Sherwood Anderson, Knut Hamsun o Nietzsche. Despierta entonces la vocación. La lectura trastocará el universo particular de John Fante, abriéndole las puertas de un mundo nuevo que le atraerá de inmediato. Un año después, con diecinueve años, comienza a escribir a mano largos relatos y cartas a diferentes revistas de literatura americanas. Durante las décadas de 1920 y 1930, la literatura ocupaba un lugar en la escala social equivalente al que hoy posee la música rock. En aquellos años, los escritores eran considerados como estrellas, y un atrevido y ambicioso John Fante decidió que su destino era crearse una voz propia y convertirse en escritor profesional.


2.  PRIMERAS PUBLICACIONES

La revista más importante de aquellos años era “The American Mercury”, dirigida por el gurú de la literatura contemporánea H. L. Mencken, al que iban dirigidas la mayor parte de las cartas que John Fante escribirá durante esta época. Tras años enviándole relatos y cartas (hasta tres por semana), Mencken contesta a una de las cartas de Fante: “Estimado señor Fante: ¿Qué tiene usted en contra de las máquinas de escribir? Si transcribe usted a máquina este relato, tendré mucho gusto en adquirirlo”. John tenía veintitrés años en ese momento. Su trabajo comenzaba a dar sus primeros frutos.

Publicará algunos relatos más en los meses siguientes, con los que obtiene una modesta cantidad de dinero. Decide mudarse al centro de Los Ángeles, al barrio, ya desaparecido, conocido como Bunker Hill. Viviendo al límite de la precariedad, en estos años se forjará su auténtica vocación. De pensión en pensión, de empleo  en empleo, ve como todos sus intentos de publicar fracasan. La soledad que experimenta durante estos años y la perspectiva continua del fracaso ayudarán al joven Fante a conectar con su yo más íntimo. La sencillez de sus líneas se entrelaza con la profundidad de las vivencias y emociones que experimenta en su lucha por la supervivencia en la gran ciudad.

Entre 1932 y 1937 conocerá el lado más salvaje e inhóspito de Los Ángeles. Obsesionado con obtener reconocimiento como escritor, vagará sin rumbo por las calles de la ciudad. Estos años constituyen su prueba de fuego como escritor: arruinado hasta el extremo, sólo su ego y su ambición sin límite le mantuvieron a flote. Tras transitar por diferentes empleos de bajísima cualificación y ver como son rechazados, uno tras otro, todos sus relatos, Fante está a punto de tirar la toalla. En 1936 termina el manuscrito de su primera novela Camino a Los Ángeles, una suerte de precoz y airado El guardián entre el centeno, que narra el ansia y la necesidad de convertirse en escritor de su álter ego literario, Arturo Bandini. Decepcionado con el estilo tosco de esta primera novela, desiste de su intento de publicarla, guardándola en un cajón. Sin embargo, en esta obra, la primera de la saga protagonizada por Bandini y publicada póstumamente en 1985, ya pueden apreciarse los rasgos de un estilo innovador y directo, radicalmente alejado de las principales corrientes literarias norteamericanas: una prosa incisiva, ágil, directa y apasionada, que sumerge el lector en el turbulento mundo interior y los sueños de Bandini, trasunto del propio Fante.


1938 es el año de su primera novela publicada, Espera a la primavera, Bandini, en la que aborda los primeros años de su vida a través también de su álter ego, Arturo Bandini, que se convertirá en personaje habitual en sus novelas. El libro fue aceptado por la crítica, pero apenas tuvo éxito comercial. Un año después ve la luz Pregúntale al polvo, quizás su mejor obra. Protagonizada al igual que las dos anteriores por Bandini, el estilo de Fante adquiere la consistencia que le caracterizará en sus siguientes novelas. El uso de un humor tragicómico y el ambiente de farsa, casi grotesco, que rodea a la narración, potencian la evocación de Los Ángeles, una ciudad salvaje y rigurosa que, sin embargo, aún deja un espacio para el amor y la esperanza. Concebida por Fante como su primer éxito comercial, apenas tendrá resonancia en el mundo literario debido a un problema de la editorial Stackpole Sons. Ese mismo año, la editorial había publicado Mein Kampf sin el permiso de su autor, Adolf Hitler. El dinero que tendría que haber servido para publicitar la novela de Fante fue empleado en hacer frente a una larga demanda interpuesta por Hitler. De esta manera, Pregúntale al polvo apenas vendió tres mil ejemplares, quedando así relegada al olvido. En 1940 publicará Dago Red, una compilación de cuentos que no tuvo apenas eco en el mundo editorial. John Fante, abatido y desesperanzado, abandona temporalmente la literatura, refugiándose en el juego y en el alcohol mientras crece su resentimiento hacia un mercado editorial que le rechaza.

3. EL DÓLAR RÁPIDO: HOLLYWOOD

Un acontecimiento inesperado cambiará completamente su vida. En 1937, su amigo Joel Sayre avisa a Fante de que hay un puesto de guionista disponible en unos estudios cinematográficos de Hollywood. Éste, arruinado y desesperado, decide probar suerte. Acude a la entrevista con una serie de mentiras ensayadas sobre su supuesta experiencia en la escritura de guiones. La suerte y su elocuencia obran el milagro: John Fante obtiene un contrato de prueba de un mes. Este hecho supondrá un punto de inflexión importantísimo no sólo en la vida de Fante, sino también en su obra. Hollywood era durante aquellos años la gallina de los huevos de oro para multitud de escritores y dramaturgos, que acudían desde todas partes de Estados Unidos atraídos por las abultadísimas nóminas que pagaba la industria del cine. Para un Fante deseoso de ganar dinero, era una ocasión que no podía rechazar. Después algunos titubeos iniciales, y animado por Mencken, su mentor literario, decide aceptar el empleo. Tras escribir algunos buenos guiones, su nombre comienza a cotizar con mayor fuerza. A pesar de ser consciente de estar vendiendo su talento a la industria del cine, su malestar como escritor pesaba menos que su miedo a no llegar a nada, a convertirse en un shitkicker (literalmente, un pateamierdas, en referencia a las personas que desempeñan trabajos de baja cualificación). Para un hijo de emigrantes italianos, criado en la pobreza, un contrato como guionista en Hollywood era algo más que un sueño. El lujo y la buena vida que se abren entonces para John Fante no lograrán acabar con la sensación de haberse vendido. Por esta razón, la relación que mantendrá con Hollywood durante más de cuarenta años oscilará entre la necesidad y el hastío.


En 1937 conoce a la que se convertirá en su mujer unos años más tarde, Joyce, una joven poetisa que colaboraba en la revista “The American Mercury”. Su matrimonio con Joyce inclinará definitivamente la balanza a favor de su trabajo como guionista. En Hollywood conocerá a las grandes figuras de la literatura norteamericana del momento: William Saroyan, William Faulkner o Scott Fitzgerald. Éstos, atraídos al igual que Fante por los altos salarios, también se convertirán en lo que Fante denominaba “mercenarios de la pluma”. Scott Fitzgerald llegó a decir en una ocasión que “he ganado más dinero escribiendo guiones en Hollywood en un año que lo que me han hecho ganar todas mis novelas de éxito juntas”.

El ambiente nepotista de Hollywood de los años cuarenta llevará a Fante a alejarse de los círculos hollywoodienses. Esta actitud, que revela su carácter de “outsider”, le mantendrá apartado de los estudios de cine. No obstante, la caza de brujas del macartismo le beneficiará, ayudándole a conseguir jugosos contratos. Llegará a vender guiones por cincuenta mil dólares, el equivalente actual a medio millón. Su tren de vida se dispara. Comienza a comprar coches caros, a frecuentar campos de golf y a despilfarrar ingentes cantidades de dinero en juegos de azar y alcohol. La pérdida de algunos de sus mejores amigos por la caza de brujas y la conciencia de estar vendiendo su talento por lo que él llamaba “el dólar rápido”, le sumerge en una espiral de autodestrucción de la que sólo el nacimiento de su segundo hijo conseguirá salvarle. La dedicatoria de su última publicación, Dago Red, muestra el profundo desprecio hacia sí mismo que experimenta en esta época: “Para Esther: de esa puta de Hollywood, ese asqueroso artista vendido, ese sublime pervertido literario, ese letrista frustrado, ese asqueroso montador de escenas, ese lamecoños de la Paramount al que le pagan por el vómito perfumado susurrado por Dorothy Lamour. Te lo dedico con la esperanza de que algún día cercano pueda escribir alguna dedicatoria menos amarga en la guarda de algún libro realmente estupendo”.


A pesar de participar en algunas grandes producciones de la época, como Walk on the wild side, película protagonizada por Jane Fonda, su resentimiento hacia Hollywood y, por extensión, hacia sí mismo, no disminuye. El dinero ganado sólo constituye una tregua para su alma atormentada de artista. El “dólar rápido” consume su autoestima mientras se siente atrapado entre dos tierras: el miedo a la precariedad y la necesidad de escribir “literatura real”.


4.  LA FAMILIA FANTE

En 1937, tras una primera incursión exitosa en Hollywood, conoce a Joyce Smart, hija de una familia adinerada de California. Escritora y poseedora de una extensa cultura literaria, queda deslumbrada por la labia y la vitalidad de Fante. Pese a la oposición de su familia, inician una relación que acabará en boda unos pocos meses más tarde. Del matrimonio nacerán cuatro hijos en la década de 1940: Nick, Dan, Vickie y Jim. Durante los primeros años, Joyce tuvo que hacer frente al carácter colérico y explosivo de John. Fante, frustrado profesionalmente, convierte su vida en una espiral de alcohol, juergas e infidelidades. Un Fante en plena huida hacia delante comienza a mostrar claras semejanzas con el comportamiento de su padre. Entre encargo y encargo de guiones, escribe compulsivamente,  aunque todos los proyectos que empieza acabarán en un cajón o en la papelera.

El nacimiento de Dan, en 1944, mitigará sus tendencias autodestructivas. Disminuye las salidas con sus amigos guionistas y su consumo de alcohol. La familia Fante se muda a una casa de las afueras de Los Ángeles y, a principios de 1950, vuelve a escribir. En 1952 ve la luz Llenos de vida, primer (y casi último) éxito literario y comercial que John Fante tendrá en vida. Esta novela, de apenas doscientas páginas, narra en clave cómica la integración y el conformismo de la clase media americana, constructora del american way of life. El sentimentalismo y la ternura ahondan en la sátira de los mitos americanos de la época, que Fante desnuda a la perfección gracias a su prosa contundente y corrosiva. Vende los derechos de la novela a un estudio de cine, por lo que se embolsa el equivalente actual a un millón de dólares.

La vida de Fante se estabiliza. El nacimiento de su último hijo, Jim, le hace sentar la cabeza casi por completo. Tras una década de turbulencias matrimoniales, John y Joyce Fante se conceden una tregua. Sin embargo, la vida tenía otros problemas reservados para ellos. La juventud de sus dos hijos mayores no estará exenta de problemas con la ley, fugas del hogar y desencuentros con sus padres. John tendrá que bregar con dos jóvenes conflictivos que parecen haber heredado su carácter iracundo y cambiante. Los conflictos de estos años se verán reflejados a la perfección en su libro Al oeste de Roma. Todas sus novelas tendrán un denominador común: en sus libros, el escritor desaparece para dar paso a la persona. La vida de John Fante es lo escrito. Sus problemas, sus emociones y sus recuerdos imprimen una vivacidad a sus líneas al alcance de pocos.


A mediados de los años 60 se le diagnostica diabetes. Consciente de la fragilidad de su salud, deja el alcohol casi por completo. Su calidad de vida mejora, además de su humor, lo que hace más tolerable la convivencia. En lo profesional, está década estará plagada de altibajos en su relación con Hollywood. La industria del cine había cambiado, y tipos como John Fante encajaban a duras penas en el nuevo Hollywood. Los tiempos de Faulkner, Saroyan y Fitzgerald tocaban a su fin. En palabras de Fante “La sensibilidad literaria está pasada de moda. Soy un dinosaurio prescindible, una antigualla”. Esto tendrá un efecto positivo para él. Casi por obligación, abandona los guiones y se dedica a su auténtica pasión: escribir libros. No obstante, impelido por la necesidad de llevar dinero a casa, llamará a la puerta de Hollywood de cuando en cuando.


5. ESTILO

La literatura de Fante está viva. Precursor del “realismo sucio”, sus novelas anticipan el viraje que la literatura experimentará hacia lo cotidiano de la mano de Bukowski, Raymond Carver y Richard Ford, entre otros, a mediados de los años 70. Esta concepción pionera de la literatura se ve reflejada en su máxima: “La  literatura sólo requiere de un escritor y un lector. En una novela, debes olvidar que lees a un autor para entrar en contacto con la persona”. El tono íntimo y personal de su prosa establece una cercanía total con el lector. Su honestidad, la pasión que imprime a cada una de sus líneas y la aparente sencillez de su estilo convierten sus novelas en una disección precisa de la sociedad en la que está inmerso.

Fante siempre utilizó sus emociones y vivencias como guía para adentrarse en la complejidad del mundo. En sus comienzos como escritor, algunos editores aconsejarán a Fante que deje de escribir sobre su familia y su vida, debido al escaso interés que esto suscita entre el público. Sin embargo, Fante, fiel a sí mismo, desoye estos consejos y continúa basando sus relatos y novelas en hechos reales de su propia experiencia. La viveza en la descripción de paisajes y de la pobreza vivida por Fante durante su infancia, anticipa el neorrealismo de los italianos, corriente cinematográfica que se centra en los desharrapados y en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. En sus novelas, junto a la desesperación de una existencia vivida al límite de lo marginal, late también la esperanza de un futuro menos sombrío. Los conflictos humanos presentes en la obra de Fante pertenecen al dominio de lo cotidiano: la mala relación entre un hijo y su padre alcohólico y mujeriego, el miedo al fracaso, el abismo generacional entre él y sus hijos, la amargura de una vocación frustrada… Todo ello transmitido con ternura, pasión y un humor corrosivo que añade verosimilitud al relato.

Su credo literario explica en gran parte su tardío reconocimiento: “Me importa un bledo que mi obra sea comercial o no. Si lo que escribo es bueno, la gente lo leerá. Por eso existe algo llamado literatura. Un autor pone las entrañas y el corazón en cada página, y con eso basta”. Serán su desgarro narrativo y su honestidad lo que llevarán a un joven Bukowski a quedarse prendado de Pregúntale al polvo la primera vez que leyó la novela a mediados de la década de los 50. “Un día cogí un libro, lo abrí… Cada renglón poseía vida propia. El humor y el dolor se entremezclaban con soberbia sencillez. Se llamaba Pregúntale al polvo. Tendría una influencia decisiva en mis propios libros durante toda mi vida”, escribirá en un bello prólogo de la novela más conocida de Fante en su reedición de 1979.


Su álter ego, Arturo Bandini, reflejará el carácter apasionado del propio John Fante. Bandini, “salvador literario de la Humanidad”, narra en primera persona las vicisitudes de una vida enfocada a la realización del sueño de llegar a ser escritor. Lo innovador del estilo desarrollado por Fante en las cuatro novelas protagonizadas por Bandini (Camino de los Ángeles, Espera a la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo y Sueños de Bunker Hill), radica en su carácter conversacional, agudamente reflexivo y no exento de humor. El reconocimiento de su capacidad para combinar comedia y drama supondrá la reedición de todas sus obras a comienzos de los 80.

Influenciado por escritores como Hemingway, Fitzgerald, Knut Hamsun o Sherwood Anderson, apostará por una escritura escueta y ágil, de frases breves y escasa adjetivación. A su vez, Fante ejercerá una influencia decisiva sobre Bukowski, que le reconocerá como su “primer maestro de literatura”. Aunque Bukowski llevará el realismo sucio a su máxima expresión, no dudará en reconocer la figura de Fante como precursor del estilo que cultivará a lo largo de su obra. Otros autores, como Carver o Richard Ford, también reconocerán estar en deuda con Fante.

“Una buena novela puede cambiar el mundo. Recuerda eso cuando te sientes delante de la máquina de escribir”, le dirá a su hijo Dan cuando éste le anuncia su intención de convertirse en escritor. Esta afirmación encierra el alma de un escritor que, pese al fracaso, permaneció fiel al sueño de la literatura: transmitir vida a través del lenguaje.




6. ÚLTIMOS AÑOS: ÉXITO Y ENFERMEDAD

A comienzos de los años 70, el trabajo como guionista en Hollywood escasea para John Fante. La depresión le empuja a beber de nuevo, pese al deterioro que le ocasiona una diabetes agravada por sus malos hábitos. Recupera entonces la máquina de escribir y crea dos de sus mejores obras: Al oeste de Roma y La hermandad de la uva. En la primera, compuesta por la novela corta Mi perro Idiota y el relato La orgía, Fante narra la búsqueda de sentido vital de un guionista maduro, un hombre atribulado que lucha por mantenerse a flote mientras los hijos se marchan del hogar paterno. Novela brillante, en ella la perspicacia y la sencillez que caracterizan a Fante llegan a su cénit. La hermandad de la uva narra la difícil relación entre un joven escritor y su padre, un albañil alcohólico y mujeriego, mientras construyen un secadero de pieles de ciervo en un pueblo a dos mil metros de altura. Los conflictos entre ambos personajes recrean la difícil relación que Fante tuvo con su progenitor durante toda su vida. La ternura se entremezcla con el rencor y la incomprensión mutua entre padre e hijo, dotando a la novela de vida propia.

En 1975 la diabetes se manifiesta con más fuerza. Fante es ingresado en diversos hospitales, mientras su nombre comienza a sonar con fuerza en los círculos literarios angelinos. Su obra, que permanecerá durante la mayor parte de su vida en un discreto segundo plano, vuelve a la primera línea de la literatura de la mano de Charles Bukowski. Éste, al ser preguntado por sus influencias a la hora de escribir, no duda en señalar a John Fante como el escritor que más influyó en su obra. John Martin, dueño de la editorial que publicaba a Bukowski, Black Sparrow, se sorprende. Creyendo que el nombre de Fante es producto de un delirio alcohólico de Bukowski, le pregunta por la identidad de este escritor. Bukowski le saca de su error: “Es un escritor real y creo que aún vive en Los Ángeles. Hizo algún dinero escribiendo guiones para Hollywood”. Martin busca los libros de Fante, la mayoría descatalogados, y encuentra Pregúntale al polvo. Queda deslumbrado y decide reeditar la novela en 1979. La admiración y el apoyo mostrados por Bukowski ayudan a que las ventas del libro sean buenas. En este momento, John Fante se encuentra muy enfermo. Apenas puede disfrutar de su incipiente éxito. La diabetes le había provocado la amputación de las dos piernas y un brazo. En 1980, le deja ciego. El escritor que años atrás había sido de una brillantez deslumbrante lucha por seguir vivo. El mundo comienza a pagar su deuda con Fante, considerado ya como un genio literario perdido, pero es demasiado tarde.


Pese a su ceguera, aún tendrá tiempo de dictarle a su mujer Joyce una última novela, Sueños de Bunker Hill, cuarta y última de las aventuras de Arturo Bandini. Debilitado por la enfermedad, la vida le concede dos años de tregua para ver como, por fin, su nombre es reconocido por crítica y público en Estados Unidos y en Europa.  Tras varios años de agonía, John Fante muere en un hospital de Los Ángeles debido a un fallo multiorgánico. Corría el año 1983. Como ocurre demasiado a menudo con los grandes escritores, el mito comienza a brillar justo después de su muerte.

Es habitual atribuir el reconocimiento póstumo de John Fante a su descubrimiento por Bukowski. Pese a que sin la admiración que Bukowski profesaba a Fante este no hubiera obtenido el éxito y el prestigio del que goza en la actualidad, también es cierto que el mundo tenía una deuda con Fante que Bukowski se limitó a tratar de saldar. Su obra, tristemente desconocida en España, apuesta por el individuo frente a la masa, por los pequeños detalles que conforman cada historia, a través de una voz clara y honesta que nos habla desde los márgenes de sus páginas.

La vida le golpeó duro, pero la historia ha hecho justicia con Fante, un escritor inmortal, auténtico y enamorado de la vocación hasta el final de sus días. Un artista total, que trató de describir el vuelo de ese pájaro que recorre el mundo y al que llamamos vida.


JAVIER NIX CALDERÓN

4 comentarios:

Anónimo dijo...

guau

Juanjo dijo...

Gracias por este artículo, Javier. Acabo de descubrir a John Fante y ya estoy poseído por él.

enfangado dijo...

JOHN FANTE ES EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS

Unknown dijo...

Javier acabo de terminar de leer "pregúntale al polvo", y quería seguir indagando acerca de este autor desconocido para mi hasta la fecha. Si este artículo es tuyo, tengo que decir que me ha sorprendido gratamente, sobre todo la parte del estilo y la del dolar rápido. Escribes bien, ideas claras y sin muchos enredos. Tremendo resumen sobre la trayectoria de este gran e inefable autor. Leed a Fante, porque como diría Bukowski "cada reglón (escrito por Fante) poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He ahí por fin el hombre que no se asustaba de los sentimientos."