jueves, 15 de noviembre de 2012

POYALES DEL HOYO: PARPADEO DE LA MESETA



Pueblo de frontera, situado en el vértice de tres provincias que son más bien tres mundos distintos, con sus olores, sabores, colores y arquitecturas diferentes. Anclado a la tierra de un valle fértil, a resguardo de la Sierra de Gredos y su clima hostil, observas la penillanura extremeña con la mirada cansada de un jornalero. Desgarrado por tus costados, tus hermanos mayores se reparten una riqueza que no les pertenece y te fue arrebatada por la fuerza de las leyes. Cada uno tiraba con rabia de tus brazos de tierra y madera, luchando por conseguir un pedazo más de botín. Y así, saqueado, melancólico y pobre, callaste las riquezas inmateriales de tus vientos, tus aguas y el verde de tus árboles frutales.


Conociste tiempos mejores, desde luego. Tiempos de cantos, de luz, de salvia nueva, de pureza. Como tantos otros pueblos de España, de Europa, de Occidente, te despoblaste lentamente. Apenas seiscientos habitantes viven entre tus muros, pero sé que habitas en muchos otros. Habitas en mi madre y en sus hermanos. Habitas en sus infancias, en sus risas, en sus recuerdos y en sus primeras veces. En su primer amor, en su primer cigarrillo, en su primer baile, en su despertar al mundo. Creaste familias superlativas, de seis, siete, ocho miembros, y aunque tu tierra es rica, no había sitio para todos. Los niños crecieron y tras el tiempo de los juegos, llegó el de los adioses. Envejeciste deprisa, Poyales, demasiado deprisa. Las grandes ciudades engrasaron su maquinaria con las vidas de los jóvenes de un medio rural que soñaban con una oportunidad. Algunos se quedaron, manteniendo el pacto secreto entre el hombre y la tierra, incapaces de soportar el ritmo frenético de Babilonia.  Los hijos de tus hijos, habitantes de grandes ciudades, ya no correrán libres por tus calles, ni jugarán en prados entre montañas, ni recogerán moras con la primera luz del alba, ni sentirán el vínculo eterno que une al hombre con los elementos. Volverán a ti cada verano a visitar la tierra de sus padres y la muerte te dará una tregua. Por unos meses, tu llama crepitará con más fuerza en el valle, pero llegará el otoño, y con él, el silencio, y con el silencio, la paz. En el otoño te meces bajo las nubes, cogiendo fuerzas para recomenzar el ciclo infinito de la vida.





Tus hijos te pertenecen. Eres la patria de esos hombres y mujeres que un día fueron niños, porque no hay más patria que la infancia. Vives en su recuerdo y en sus acentos, en sus motes, en su nostalgia. Muchos volverán a tus brazos para pasar sus últimos días buscando el vientre de una tierra que les concibió, a la que nunca dejaron de estar ligados, que les nutre, que les llama desde la distancia con la insistencia de una madre.

Eres un pueblo como todos, pero yo puedo escuchar tu corazón latiendo entre las montañas de la Sierra de Gredos. Puedo sentir tu alma viajando en el agua de tus ríos y en el tañido de tus campanas. Siento tu espíritu en los primeros recuerdos de mi infancia, en aquel burro sobre el que mi abuelo me llevaba a su finca, en aquellos primeros baños en el río, en mis ocho años recorriendo libre, como no lo he sido nunca más, tus calles humildes, en aquellas siestas interminables en las que el tiempo parecía detenerse, en la paciencia de mi abuela aguardando mi llegada en la puerta de su casa. Eres un pueblo con alma y voz, construido de almas y voces, que nos habla de la necesidad de hundir las manos en tu suelo, buscando nuestras raíces. Poyales del Hoyo, pequeño punto en el universo, parpadeo de la Meseta, fusión entre montaña, valle y llanura, resiste. Resiste para acogernos cuando sintamos que la ciudad nos engulle. Resiste para seguir irradiando tu luz. Resiste porque muchos te amamos, pese a la distancia. Resiste para que podamos reconocer en ti la pureza de un mundo desdibujado por la industrialización. Poyales del Hoyo, eres fruto, pulmón verde, árbol que crece en nuestro pecho, un susurro que se propaga por el tiempo y el espacio. Resiste.


JAVIER NIX CALDERÓN

Las fotografías HDR del atardecer y amanecer son propiedad de Juan Carlos Hernández.

2 comentarios:

Juan Carlos Hernández dijo...

Las fotografías HDR del amanecer y del atardecer de Poyales, son propiedad de Juan Carlos Hernández y por cierto: consiento su utilización en este blog.

JOYANCO dijo...

La de D. MARCOS con los niños es de Miguel Camacho JOYANCO y también tiene autorización expresa para su utilización en éste blog. Me ha gustado mucho y larga vida le deseo.